La evaluación médica antes de una cirugía es una parte importante de cualquier procedimiento quirúrgico, ya que proporciona un método objetivo y científico para evaluar la necesidad o adecuación de la cirugía, así como la evaluación de los beneficios y riesgos de la misma, ayudando así a tomar una decisión informada.
Una consulta preoperatoria también ayuda a esbozar un plan quirúrgico detallado y a minimizar eficazmente los factores de riesgo antes de la intervención. Esto mejora la seguridad y el resultado del paciente al proporcionarle una mejor atención y una menor duración de la estancia hospitalaria.
Con este procedimiento se puede determinar la salud general y el estado físico del paciente. De este modo, el médico o cirujano puede planificar y estimar con exactitud el grado del problema, el tipo de anestesia necesaria, antecedentes médicos, valores en exámenes y estado general de la persona que será sometida a la intervención.
¿Qué se realiza en una consulta preoperatoria?
En el proceso de consulta se realiza una evaluación inicial que incluye un diálogo en profundidad con el cirujano o el equipo quirúrgico sobre su historial médico, la medicación que toma actualmente y cualquier enfermedad preexistente.
Se discutirán los posibles riesgos, beneficios y opciones de tratamiento, el paso a paso del procedimiento, el tipo de anestesia y las primeras horas después de la cirugía (post operatorio), cuidados posterior a la cirugía e incluso se puede conversar sobre el plan de fisioterapia.
En esta consulta también se establecerán los pasos previos que debe cumplir el paciente antes de someterse a la cirugía y todo lo relacionado al día de la operación.
Debido a que no todos los procedimientos quirúrgicos son electivos, se debe considerar la agudeza y el tipo de operación propuesta, así como el riesgo del paciente durante la cirugía. Te contamos a continuación algunos de los exámenes que se realizan antes de una cirugía.
Anamnesis o Historia Clínica
En esta etapa se hace una revisión general de las condiciones del paciente por medio de un interrogatorio. Aquí se incluye información relevante sobre: síntomas actuales que sugieren una enfermedad del corazón o pulmones activa; factores de riesgos para sangrado, hemorragias, tromboembolias, infecciones, enfermedades cardiacas; trastornos; alergias; uso actual de fármacos; cirugías y anestesias previas; antecedentes de apnea u obstrucción del sueño excesivo.
En caso de ser necesario, se puede mandar a hacer un catéter urinario permanente, se debe interrogar a los pacientes acerca de retención urinaria previa y cirugía de próstata.
Examen físico
El examen físico debe apuntar no sólo a las áreas afectadas por el procedimiento quirúrgico, sino también al corazón, pulmones y a la búsqueda de signos de infección en curso.
Si se realiza una anestesia epidural o raquídea, es fundamental evaluar las condiciones del paciente y si cuenta con alguna anomalía que impida o complique la anestesia en la espalda.
Estudios complementarios
En general, se realizan hemograma completo y análisis de orina.
Se determinan los electrolitos y la creatinina en suero y la glucosa plasmática a menos que los pacientes se encuentren muy saludables y tengan menos de 50 años.
Los estudios de coagulación y el tiempo de sangría son necesarios solo si los pacientes tienen un antecedente.
Radiografía de tórax solo en pacientes con síntomas o factores de riesgo para la enfermedad cardiopulmonar subyacente.
Pueden realizarse pruebas de la función pulmonar si los pacientes tienen enfermedad pulmonar crónica.
Dependiendo del caso se pueden mandar a realizar otros estudios o exámenes complementarios.
Las pruebas preoperatorias deben individualizarse y basarse en el caso específico de cada paciente. A pesar de que existan pruebas generales que se indiquen a todos, es fundamental que cada uno sea tratado según su historial clínico para así poder obtener un panorama general del paciente, lograr los resultados esperados de la intervención y disminuir los riesgos que puedan presentarse.